Memorias de un informático que odia su trabajo

martes, 7 de marzo de 2017

El mojón surfero

Otra característica que ha caracterizado siempre a los empleos relacionados con la informática son los zulos en los que acostumbramos a realizar nuestro trabajo. Yo siempre había pensado que eso eran mitos, que sólo se veía en la ficción para hacer gracia y pim pam... Pues no, doy fe de que es así, al menos en los cuatro o cinco "despachos" en los que yo he trabajado. Os aseguro que han sido auténticos agujeros bajo tierra, seguramente encontrados por casualidad mientras intentaban averiguar de dónde procedía el olor a cloaca o tratando de acabar con una plaga de cucarachas. El caso es que estos cuchitriles suelen ser sábiamente elegidos para tener a los informáticos ahí haciendo sus cosas informáticas.


He estado en agujeros mucho peores que el de la serie "The It Crowd"

Pero no voy a hablar ahora de nuestras maravillosas oficinas si no del W.C. que tuve el honor de poder disfrutar situado al lado de uno de estos agujeros. Bueno, más que del W.C. en sí voy a hablar de la experiencia de mierda (nunca mejor dicho) que pude vivir entre sus cuatro paredes.

Una vez más, era el nuevo en la oficina el zulo. Esta vez la cosa prometía, me habían asegurado que desempeñaría un trabajo puramente técnico, nada de intentar explicar qué era un ordenador, un botón de encendido o esa cosa que llamamos electricidad. También me aseguraron que no tendría que dar cursos de nivel avanzado sobre nomenclatura informática como por ejemplo a que me refería con el término "escritorio" (véase la anterior entrada, o no, tú sabrás). Como imaginarás mintieron, pero bueno, no es esto de lo que voy a hablar tampoco.

Como iba diciendo, era mi primer día y al cabo de unas horas de rascamiento de pelotas duro trabajo la naturaleza hizo su llamada y tuve la necesidad de ir al W.C. (no entraré en detalles de si era una necesidad de despositar algo más bien sólido o líquido). Así que pregunté donde se encontraba el servicio (llegué a pensar que no habría en esa planta, pues estábamos en un sótano) y con las pertinentes indicaciones lo encontré.
Efectivamente, no se trataba de un lavabo de diseño con grifería de philippe Starck y accesorios de porcelana fina digno de la mejor suite del Ritz. No, de hecho sigo pensando que debía ser un pequeño trastero o cuarto de contadores debidamente aprovechado con un cagadero y un lavadero de esos pequeños que sin querer tocas el fondo o los laterales cuando vas a usarlo (no hay nada que me de más grima). Curiosamente, así como el lavadero era pequeño no podemos decir lo mismo del váter, pues seguramente ese cagadero ganaría el premio guinnes en cuanto a su tamaño refiere.


Mira la señora que bien se lo pasa con la niña dentro del váter...


Tenía una cisterna de dimensiones descomunales y la taza le iba a la par. Por un momento pensé que en realidad se trataba de una bañera, pero enseguida vi algo que me hizo cerciorar de que efectivamente era un cagadero... Sí, lo has adivinado, en la enorme taza, había un pequeño mojón tomándose un baño.  - ¡ Mierda, me cago en la... Hijos de puta ! - Lógicamente lo primero que hice fué tirar de la cadena, la cual se accionaba con una palanca situada en el lateral de la enorme cisterna. Craso error... En cuanto se puso en marcha el mecanismo, un tsunami salió disparado del correspondiente orificio de tal forma que se empezó a formar un remolino brutal, el cual lejos de hacer desaparecer a mi amigo el mojón no hizo más que darle impulso de tal manera que con la inercia del movimiento circulatorio del agua se puso en posición casi vertical y empezó a surfear la ola (de ahí el título de la entrada lógicamente).
Dramatización de los hechos


Presa del pánico di un salto hacia atrás temiendo que el mojón saliera disparado hacia mi persona y entonces fué cuando toda el agua desapareció casi haciendo que el universo se replegara sobre sí mismo en aquel lugar concreto arrastrando a nuestro querido amigo surfero (no te ofendas si practicas este deporte).

Ya más tranquilo pude hacer mis necesidades y aunque comprendí el posible motivo por el cual el hijo de puta compañero que había parido ese mojón no había tirado de la cadena, me armé de valor y de una patada accioné la palanca y salí corriendo antes de ser succionado yo tambien.

Fin.

P.D. Tirad de la cadena porfavor, no seais cabrones

No hay comentarios:

Publicar un comentario